A diario muchos fieles suben de rodillas y en el silencio
de la oración, la ‘Escalera Santa’ de Roma, 28 peldaños de mármol que según la
tradición, Jesucristo subió para ser juzgado y que desde hoy, por primera vez
en tres siglos, se muestran sin la madera que los protegía.
Esta escalinata de mármol fue restaurada durante los
últimos dos años, desvelando algunos de sus secretos mejor guardados, y para su
inauguración al descubierto fue bendecida por el cardenal vicario de Roma,
Angelo de Donatis, quien esparció agua bendita con un hisopo.
Sus peldaños están dentro de un edificio próximo, pero
independiente a la basílica de San Juan de Letrán de Roma y suponen uno de los
lugares de peregrinación más visitados de la ciudad. Al respecto, el padre
Franceso Guerra, rector del Pontificio Santuario de la ‘Escalera Santa’,
precisó el lapso en el que se podrá visitar esta construcción.
"Durante sesenta días podremos recorrer con nuestras
rodillas y tocar el mármol que el mismo Jesús pisó en el palacio del pretorio
donde fue juzgado por Poncio Pilatos", dijo el padre.
Relocalización
Según una antiquísima tradición, Jesús subió esta
escalera en el palacio pretorio de Jerusalén donde fue condenado a muerte y fue
trasladada a Roma en el 326 d.C por orden de Santa Elena, madre del emperador
Constantino, quien en 313, en virtud del Edicto de Milán, legalizó el
cristianismo y lo hizo religión oficial del Imperio tras siglos de
persecuciones.
Una historia que "permanece cubierta por la bruma de
la tradición", tal y como reconoció en el acto de presentación Paolo
Violini, restaurador de los Museos Vaticanos, que se han hecho cargo de
adecentar esta reliquia.
En un primer momento la escalera se encontraba en un
pórtico fuera del palacio Lateranense, sede papal antes del Vaticano, pero fue
Sixto V quien en 1589 ordenó construir un edificio específico para albergarla
dada su ya extendida veneración.
Está compuesta por veintiocho peldaños de mármol blanco
que conducen al ‘Sancta Sanctorum’, una pequeña capilla donde los pontífices se
recogían en oración hasta el medievo, enormemente rica en reliquias y que solo
puede observarse a través de una gruesa reja.
No hay peregrino católico que no pase por la ‘Scala
Santa’ en su periplo a Roma y muchos cumplen a diario con la tradición de
subirla de rodillas para obtener a cambio la indulgencia de sus pecados.
Restauración
Pero desde hoy y durante los próximos 60 días, hasta
Pentecostés, podrán hacerlo además pisando el mármol original, pues los
listones de madera de nogal que la cubrían y protegían desde 1723, por orden
del papa Inocencio XIII, han sido retirados para su restauración.
Su descubrimiento suscitó gran interés entre los fieles,
que se agolparon a las puertas del edificio para ser los primeros en tocar el
mármol, provistos eso sí de bolsas de plástico en los pies para no mancharla,
sobre todo en esta lluviosa jornada en Roma.
Al retirar las tablas que protegían estos peldaños se han
desvelado secretos fascinantes, como la presencia de tres cruces donde se cree
que cayeron gotas de sangre de Cristo: una de bronce en el último peldaño, otra
de mármol rojo en la primera y otra en el úndécimo, donde dicen que Jesús
tropezó y rompió la piedra.
Pero también ha permitido descubrir una enorme cantidad
de monedas, billetes y cartas con plegarias, temores, deseos e inquietudes que
durante años los fieles han ido colando por las rendijas de la madera y que
ahora serán adecuadamente estudiadas, avanzó la directora de los Museos
Vaticanos, Barbara Jatta.
Lo que más llama la atención de esta escalera es precisamente
la forma que ha adquirido el mármol, deformado por el paso de miles y miles de
fieles durante su inabarcable historia, hasta el punto de que la piedra de
algunos peldaños se muestra perforada.
La restauración de la 'Escalera Santa' y de la madera que
la cubría es solo una parte de un mucho más amplio proyecto de mejora de todo
el complejo lanzado desde 2000 para adecentarlo, sobre todo sus ricos frescos,
hasta ahora muy dañados e incluso resquebrajados.
Especialmente se ha arreglado profundamente los ciclos
pictóricos de las paredes y la bóveda que delimitan la escalera, que por siglos
sirvieron de 'Biblia pauperum', el libro de los pobres, pues ilustraban a los
fieles analfabetos sobre los distintos pasajes bíblicos.
Estas labores también han desvelado otras sorpresas como
muchos grafitis, pinturas canceladas por el deseo de algún pontífice e incluso
un garabato con el que uno de los pintores que decoró el edificio dejó su
improvisado retrato para la posteridad.
EFE