Naciones Unidas instituyó, a finales del año 2000, el día
31 de agosto como Día Internacional de la Solidaridad, basándose en el
reconocimiento que la Declaración del Milenio hizo de esta actitud como uno de
los valores fundamentales esencial para las relaciones entre los individuos,
pueblos y naciones en el siglo XXI.
La solidaridad, según la ONU "no sólo es un
requisito de carácter moral, sino también una condición previa para la eficacia
de las políticas de los países y los pueblos". Es, en definitiva,
"una de las garantías de la paz mundial".
El documento base de la campaña de Manos Unidas para 2003
"“"El desarrollo, camino para la paz"- recoge la idea de que
"todos los seres humanos, por dignidad y valor, tienen derecho a las
mismas oportunidades vitales", al tiempo que afirma que "la totalidad
de los bienes y recursos existe en función del desarrollo solidario de
todos".
En la era de la globalización, las diferencias entre
pobres y ricos se ven acrecentadas y a estos últimos corresponde asumir la
responsabilidad ante los que no pueden obtener los recursos suficientes para el
desarrollo, cuyos derechos humanos y dignidad no se respetan: "los pueblos
desarrollados tienen la obligación gravísima de ayudar a los países en vías
de desarrollo". (Gaudium et spes, CVII)
Pero también los gobernantes de los países más
desfavorecidos deben cooperar para sacar a sus naciones de la pobreza porque,
como afirma la ONU, "un camino en solitario lleva inexorablemente al
aislamiento". Así, continúa, "las estructuras supranacionales,
fundadas precisamente en el principio de la solidaridad con el debido respeto a
las particularidades locales y la diversidad cultural, ofrecen la posibilidad
de un desarrollo pleno y estable".
La solidaridad no es una reacción ante un hecho
lamentable o una situación de catástrofe sino, como define la enseñanza social
de la Iglesia, la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien
común, por el bien de todos y cada uno. Ésta puede manifestarse de diversas
maneras. Es tarea de todos "“gobernantes, políticos, empresarios e
individuos- lograr hacer de nuestro mundo un lugar más humano y solidario, en
la medida de las posibilidades de cada cual.
En Manos Unidas sabemos mucho de solidaridad. Nuestro
trabajo en pro de los países del Sur depende por entero de ella,
fundamentándose en algunas de sus expresiones: del tiempo y los conocimientos
que solidariamente aportan los más de 4.500 voluntarios con los que contamos en
toda España; de las aportaciones y el estímulo de nuestros socios y
colaboradores, de las parroquias e instituciones religiosas; de los esfuerzos
de los más pequeños en los colegios; de la ayuda oficial para la financiación
de algunos proyectos, y de los medios de comunicación, sin cuya colaboración
sería muy difícil dar a conocer la realidad de las naciones empobrecidas.
A todas estas personas e instituciones y muy
especialmente a los misioneros y socios locales en los países en desarrollo,
dedicamos nuestro recuerdo, respeto y admiración en el Día Internacional de la
Solidaridad.
http://ania.urcm.net