sábado, 20 de octubre de 2012

EL DERECHO A LA PAZ


   La minoría tiene en vilo a la mayoría. ¿Qué porcentaje de pobladores ha decidido la vida delincuencial? ¿Podrá ser el 5%?  Entonces, ¿el 95 % de los pobladores vive al acecho de ese 5%?.
   Para que los delincuentes, en grupo, como manadas tras su presa, decidan dar el golpe, primero espían, estudian, planifican y actúan. Así hay asaltos en las calles, robos en las tiendas comerciales, asaltos en las carreteras, crímenes por doquier, robos en las casas urbanas, robos en las fincas rurales, robos de motos y carros en las calles. Si los delincuentes espían, estudian, planifican y actúan para cometer sus actos delictivos, ¿por qué la gran mayoría de la población, que tiene todo un ejército de personal encargado de la seguridad, que tiene toda una logística adquirida con los recursos del pueblo, no los espía, los captura y no se los suelta para evitar que sigan provocando zozobra? ¿Las normas legales están mal hechas? De ser éste el cuello de botella, ¿Por qué el colegio profesional, o la organización de profesionales encargadas de las leyes, no alcanza al poder legislativo, la propuesta que considera que es la correcta, que convendría a la gran mayoría? ¿Conviene a algún grupo de la mayoría de la población, que la delincuencia siga sin importar las consecuencias?

 ¿Los ojos y oídos de los congresistas y/o de los funcionarios del ejecutivo no disponen de tiempo para percibir los gritos desesperados de miles de personas clamando ayuda? ¿La insensibilidad está en su tope? El fin supremo de la sociedad es la persona humana, aunque, el fin supremo debería ser la naturaleza, es decir el medio ambiente; porque la naturaleza puede existir sin el ser humano, mientras que el ser humano no puede existir sin la naturaleza. En fin, en el supuesto que el ser humano sea el fin supremo, es decir, que todos los actos de todos deben hacerse pensando en el bienestar de todos ¿Por qué entonces, no se hace de una vez, una buena norma, de pocas palabras, que englobe el derecho a la paz de ese fin supremo? ¿Por qué de una vez, las fuerzas policiales, la comunidad organizada, las autoridades, el congreso, el poder judicial, el ministerio público, etc no hablan un mismo lenguaje, referido a cumplir ese fin supremo? ¿Impera la incapacidad de solucionar el problema delincuencial en el país? ¿Hace falta un cambio radical de las personas que administran este problema? ¿Hasta cuando va esperar esa ansiada mayoría de la población, que las personas encargadas de solucionar este problema,  lo acaben de una sola vez? La mayoría de la población, e incluso esa minoría delincuencial, ambos grupos tienen derecho a la paz, porque detrás de cada persona dedicada a la delincuencia, existen familiares que los quieren, que los aman, que ansían vivir en paz.
   Ya es tiempo que esta maquinaria delincuencial se termine. Una tregua es buena. Hagamos todos, que la fuerza del amor al prójimo se acreciente cada vez más; es tiempo que el valor del respeto por el prójimo resplandezca en el corazón y actitud de cada persona.

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