¿Violencia a la mujer? Cifras reportan que
alrededor del 35 % de mujeres sufren de violencia física, psicológica y moral.
La violencia genera violencia. ¿Será
posible que un hombre agreda físicamente a una mujer? ¿Si agrede podrá llamarse
hombre? En realidad, si un hombre agrede a una mujer, simplemente no se
configura como hombre. Es un ser vivo raro, con severas cargas hormonales
adversas, con signos evidentes de debilidad masculina. En otra concepción, es
un orangután con piel humana que está suelto y que debe ser tratado como es,
como un animal silvestre agresivo; y, que el castigo debe ser implacable,
cuanto menos debe recibir el doble de castigo hecho por él a su víctima.
El hecho que la mujer no posea la misma
potencia de fuerza que el varón, no significa que ésta fuerza adquirida en el
tiempo, sea empleada en su contra. Por el contrario, la mayor fuerza del varón
sirve inevitablemente para proteger a la mujer, de otras fieras salvajes
existentes en las escasas selvas vegetales y en las abundantes selvas urbanas.
La mayor fuerza sirve para provisionar los bienes necesarios para la vida de la
esposa y los hijos. La mayor fuerza del varón está hecha para irradiar de calor
a la familia con los fuertes abrazos. Si
el varón no tuviera tanta fuerza, los abrazos a la familia serían débiles; y,
la familia necesita abrazos fuertes y calurosos.
¿De dónde salieron estos “energúmenos” que
se dan la libertad de agredir a una mujer? La mujer es un precioso tesoro de
porcelana, que el hombre protege de buena gana, porque la mujer es el centro
indiscutible de la familia, es el eje del hogar. No hay hogar sin la presencia
de una mujer. No hay hogar sin la administración perfecta de la mujer. La
sociedad es mejor, cuando la unidad fundamental que es la familia, está
conducida por la artífice de la unidad del hogar: La mujer. ¿Cómo no cuidar a
la persona indispensable y reina del hogar? ¿Cómo las abejas y hormigas cuidan
a su reina, como a una verdadera reina?
Dejemos de tonterías, todos debemos cuidar
a nuestras reinas del hogar. Y, nadie en el mundo, ojo, nadie en el mundo, está
autorizado ni tiene el derecho de agredirla. El primer energúmeno que trasgrede
esta norma, debe ser castigado con la mayor celeridad y severidad existente en
el estado de derecho de nuestra sociedad. Pues, a la reina se la respeta, sí o
sí.
Ing: Luís A. Ordóñez Sánchez