1/3/2016
César A. Núñez Director regional de Onusida para América
Latina y el Caribe
América Latina y el Caribe se caracterizan por tener una
epidemia de VIH concentrada en poblaciones clave, como son los hombres que
tienen sexo con hombres, las mujeres transgénero, las trabajadoras sexuales y
los usuarios de drogas. La vulnerabilidad al VIH, en gran parte, es
consecuencia de la discriminación que actúa como una barrera para el acceso a
los servicios de prevención y tratamiento.
Imaginemos a una joven, diagnosticada con el VIH, que es
aconsejada por el personal de salud para que no tenga hijos, pese a que sabemos
que, con tratamiento, una mujer embarazada puede dar a luz un hijo sin VIH;
imaginemos a una trabajadora sexual enfrentándose al abuso de un trabajador de la
salud; a un hombre gay que no acude a un centro de salud por no revelar su
orientación sexual; o a un migrante a quien se le niega el acceso al
tratamiento. Desafortunadamente estos casos ocurren todos los días.
La discriminación dentro de los centros de salud está
directamente relacionada con la detección tardía del VIH. Según un análisis
regional basado en los índices de estigma y discriminación, en América Latina
entre el 7% y el 40% de las personas viviendo con VIH evitan ir a un centro de
salud cuando lo necesitan por temor a ser discriminados.
Las políticas o leyes punitivas relacionadas con la
orientación sexual, la identidad de género, el trabajo sexual y el consumo de
drogas contribuyen a la discriminación, a la violencia y obstaculizan una respuesta
al sida basada en los derechos humanos. En el Caribe anglosajón 11 países
criminalizan la homosexualidad en mayor o menor grado. En América Latina y el
Caribe todavía las trabajadoras sexuales son detenidas de forma arbitraria y
agredidas.
La estrategia de Onusida toma como referencia los
Objetivos de Desarrollo Sostenible y promueve el respeto universal de la
dignidad humana y el Estado de derecho. Afirma que la promoción de los derechos
humanos es un fin en sí mismo y es fundamental para alcanzar una respuesta al
VIH efectiva y sostenible. Sin lograr la cero discriminación, será imposible
llegar a cero nuevas infecciones por VIH y cero muertes por sida.
El año pasado, representantes de los gobiernos de América
Latina y el Caribe acordaron un conjunto de metas sobre la cero discriminación
para poner fin al sida para 2030. Se requiere ahora de un compromiso al más
alto nivel con la colaboración de las comunidades, cuyas voces son
fundamentales para avanzar en la justicia y la inclusión, para asegurar que el
cumplimiento de estas metas se haga realidad.
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