La minería ilegal ha depredado hasta el momento, y solo
en Madre de Dios, una extensión de bosques equivalente a 41 mil canchas de
futbol, extensión que si se replantara hoy, demoraría un siglo en volver a ser
bosque. Además, esta misma actividad ha provocado daños en fuentes de agua
donde se necesitarían cinco mil 700 millones de soles (es decir, más de seis
millones y medio de sueldos mínimos) para la remediación de estos recursos.
Los pobladores que viven cerca de las zonas mineras de
nuestro país, tienen hasta ocho veces más mercurio que el permitido por la
Organización Mundial de la Salud, con los daños neurológicos que eso genera.
Sin embargo, y a pesar de todos estos argumentos, ¿Por
qué continúa la labor de la minería ilegal? La investigadora Sofía Vizcarra,
del laboratorio de criminología de la escuela de gobierno de la Universidad
Católica, consideró que esto se debe porque los representantes de esta
actividad se declaran informales y el proceso de formalización, transferido a
los gobiernos regionales, no está dando resultado.
Otro aspecto que no ha funcionado, es el control de los
insumos, sin los cuales la minería ilegal no podría funcionar. No sólo el
mercurio y la dinamita.
Un dato a tener en cuenta es que el Perú es el tercer
país productor de oro en el mundo. Y, a pesar de ello, el precio de este metal
se ha incrementado en 400% en los últimos años. Por ello, queda claro que el
oro produce ganancias al Estado, pero también engorda las billeteras de
aquellos que, a través de la minería ilegal, deprendan no sólo ríos y bosques,
sino la salud de los peruanos.
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