Por: Víctor Caro La Torre

El 27 de diciembre del año 2012, a la edad
de 88 años, falleció Juan Utia Ruiz, a decir de él, era Juan Tuesta Ruiz,
porque dice era nieto de un cura Español de apellido Tuesta, Juan Utia, el
hombre de las mujeres, porque sin ellas no podía vivir.
Escribir de Juan Utia me es un poco
difícil, porque no sé de dónde empezar, y tampoco como ordenar su historia,
nació en Saposoa, sus primeros años los vivió en Chambira, juntos con sus
padres y hermanos, su padre creo se llamó José Utia que falleció muy joven y su
madre doña Jacoba Ruiz, de Chambira se fueron a vivir en Ishichimi, es en ese
lugar cuando por primera vez lo conocí, debo haber tenido 10 años, mi madre
desde Bagazan me mandó a buscarle de peón para cercar a nuestra chacra, sin
imaginar que después se integraría a nuestro núcleo familiar.
Efectivamente, al fallecimiento de mi
padre el 28 de octubre de 1955, mi madre y Juan Utia Ruiz se reunieron en el
año 1958 o 1959, no tengo la fecha exacta, Yo debo haber tenido 10 o 11 años de
edad, en nuestra unión familiar es cuando lo llegue a conocer más, junto a su
hijo Segundo Juan Utia Coiquina, con quien nos criamos juntos, el viejo Juan
andaba más conmigo.
Así era Juan Utia Ruiz, y todas esas hazañas
y cuentos siempre relacionados con mujeres, en su conversación no podía faltar
el insumo o ingrediente de la mujer, también fastidiando a sus vecinos, a las
cinco de la mañana, compadre levántate ya, sácalo que enfríe, cuanto le has
dado anoche compadre, él nunca perdía, si su compadre le decía que le ha dado 2
o 3, él decía Yo 4 o 5 compadre, si su compadre le ganaba levantándose primero,
diciéndole, compadre cuanto le has dado anoche, 3 nomás compadre, el otro le
decía Yo 4 compadre, él decía, esta vez me has ganado compadre, no importa,
esta noche lo recupero.
En la humoradas o palomilladas nunca se
quedaba callado, una vez Ramón, su Yerno y él se fueron a la plaza de Armas de
Saposoa a ver que queman los castillos por su aniversario, Ramón que era otro
palomilla, cuando regresaron a la casa, le dice, hoy viejo, pero yo te vi que
te ibas corriendo por la zanja, él le contestó, si pues, cuando te vi que tú
corrías yo me fui siguiéndote por tu tras, causando la risa de todos que
estamos en la casa.
Después de la muerte de mi madre el 29 de
octubre del año 2000, cuando sabía que me iba a Saposoa, él se preparaba para
esperarme, horas y horas me contaba sus cosas, como le conocía, Yo solo atinaba
a escucharle, a veces Yo quería también contarle cosas mías, pero de eso él se acordaba otra
cosa y empezaba de nuevo contándome, ¡así era el viejo Juan!, a todo esto hay
algo que no me contó, no sé si porque no se acordó, o es que no me quería
contar, y es lo de pashnero.
Federico Sol sol, era el único que le
saludaba diciéndole hola pashnero, asi es que Melita mi hermana dice le
preguntó a Federico Sol sol, porque le dice pashnero a su padre, este dice les
dijo, pregúntele a sus padre, y deberás le preguntaron.
El día de su velorio, en un intermedio,
cuando regresé del cementerio para cambiarme de ropa y regresar de nuevo a
acompañar a los que estaban cavando su nicho, de mañana mientras tomaba café,
mis hermanas se empezaron a acordar de sus cuentos del viejo Juan, nos empezamos
a reír acordándonos de sus cosas, en eso Melita y Lupe se acordaron lo de
pashnero.
Melita dice inocentemente lo preguntó a su
padre porque Federico le dice pashnero, y el viejo Juan dice les empezó a
contar, cuando estaba en el Ejercito él tenía una hembra y era una pashna, y un
día dice un berraco lo encontró que lo
estaba sacando la vuelta con la pashna, el berraco al verlo dice, se vino
corriendo y lo metió un cabezaso que lo hizo Pasar hasta el otro lado del
alambrado, y por una rendijita.
El día de su entierro, después que le di
el discurso de despedida, parado al costado de su tumba, mientras lo veía que
lo estaban pisoneando, me acordaba de eso, y con la cabeza abajo mirando hacia
el hueco estaba que me reía, mis hermanas se dieron cuenta y me llamaron para
preguntarme porque me estaba riendo, seguramente te estás acordando del berraco.
Desde luego que Yo no lo creí, seguramente
el viejo, por eso no me lo contó, como dije al final de mi discurso de
despedida.
Juancito,
descansa en paz
Y
que Dios nuestro Señor
Te
tenga en su Reino.
Lima, 14 de Enero del 2013.
Por: Víctor Caro La Torre
No hay comentarios:
Publicar un comentario